Aunque los asentamientos europeos comenzaron en el siglo XVIII, hacía miles de años que otros pobladores habitaban Australia: los aborígenes. Se estima que en el país había unos 300.000 a la llegada de los ingleses. No obstante, esta población acabó resultando diezmada por el impacto de nuevas enfermedades y por el interés de los nuevos pobladores en eliminarlos para ocupar sus tierras.
Después de años de segregación y discriminaciones (sirva como ejemplo que los aborígenes no tuvieron derecho al voto en Australia hasta 1967), la política del Gobierno australiano es hoy bien distinta. Los aborígenes cuentan en la actualidad con cuantiosas ayudas públicas y distintas entidades gubernamentales se encargan de proteger su cultura y de combatir posibles desigualdades, así como de promover su integración. No obstante, aunque una parte de la población aborigen vive en las grandes ciudades, la mayoría sigue residiendo en zonas alejadas, en el norte y en el interior del país.
La cultura aborigen, muy espiritualista, tiene una profunda relación con la tierra, como se refleja en el arte aborigen, que ha conseguido proyección internacional.
Marta F. Pedrera
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